Dicen que nada es para siempre, y es verdad. Todo se termina, y más aun, todo lo BUENO se termina. Cuando estás mejor, en uno de tus mejores momentos, más rápido se acaba, se esfuma. Y te sabe a poco. Es más, no te sabe a nada. Porque se te ha quedado ese mal sabor de boca no haber podido disfrutar todo como querías. Al creer que iba a ser para siempre, no lo aprovechaste adecuadamente, y acabó. El día que menos pensabas os empezasteis a comportar como dos completos desconocidos, como si nada entre vosotros hubiera pasado, ni siquiera una relación de amistad. Y múltiples factores han influido para que ahora estés como estás. Uno es la distancia. Gran problema ¿eh? Pues sí, es un obstáculo enorme. No poder ver a la persona que quieres día a día, tener que esperar a que haya algo "especial" para poder veros.... Pero al fin y al cabo, algo que se quiere hacer, se puede hacer. Aquí viene el otro problema. Si las cosas no se quieren realmente, solo son ilusiones, se quedan ahí, en ilusiones. Palabras, palabras bonitas, preciosas, que llena de alegría y fulgor, pero que desaparecen en el momento que no hay actos. Porque ya se sabe el refrán: del dicho al hecho hay un trecho. Y cuando no hay actos, no puedes estar segura al cien por cien de que el sentimiento de la otra persona hacia a ti sea verdadero, aunque tú al estar con él te sintieras otra totalmente diferente. Le diste tanto amor y él te pagó con dolor, pero algún día se dará cuenta de lo que sentía por ti, y pensará en ti aunque esté lejos. Pero por ahora solo quedan los recuerdos. Y dentro en tu corazón una voz que dice te quiero. Desgraciadamente...
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